En casi todo el Perú se celebra Semana Santa con ceremonias festivas que consisten en peregrinaciones, procesiones, largas jornadas de libación y prolongados banquetes comunales. En ese marco es una tradición y secreto a voces que familias y comunidades organizadas se aventuran a huaquear. Se cree que si en la faena del huaqueo se encuentran objetos de oro o ajuares en buen estado significa buen augurio. En consecuencia existe toda una escala de los que tendrán mejor augurio post huaqueo. 

Al parecer esta tradición responde a una política eclesiástica. Entronizado el virreinato y sus instituciones resultó tarea difícil establecer el culto católico porque existían cultos locales y panandinos y un complejo panteísmo que ni siquiera la represión cusqueña pudo abolir, pero si superponer, es decir, ya había un sistema de sincretismo de los incas sobre las sociedades que fueron anexadas y conquistadas, por ejemplo en las montañas tutelares y espacios sagrados se encimaron cultos al Sol. Del mismo modo actuó la iglesia y construyó sus templos sobre las huacas o espacios de culto local y en la cima de las montañas enarbolaron cruces. Aun así esto no desmoronó el imaginario ni la estructura de cultos.

Es así que entrado el siglo XVII con toda la movida política que circunscribía al Tercer Concilio de Lima (1603) y la experiencia nefasta de los proyectos de evangelización frente al Taki Onkoy (la vuelta a las huacas) se recurren a ciertas argucias legales como promover mecanismos de codicia y de cobranzas coactivas de impuestos dejando la idea de poder sacar el oro enterrado en las abandonadas huacas. Visto de otra manera, la idea cobraba fuerza y el atrevimiento empezaba a surgir en las madrugadas de las largas fiestas con la venia de los clérigos y el pretexto de que los ancestros les han dejado y revelado riqueza en las huacas, se empezó un huaqueo sistemático que está asociado al calendario de fiestas.

En la actualidad el Estado debe asumir un rol protagónico y establecer políticas para revertir y mitigar progresivamente esta pésima tradición que es un ilícito. Amén de las huacas.