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Reseña a “Informaciones Arqueológicas N°1 Vicus”

Un documento para la historia de la evolución de las políticas arqueológicas de Carlos Guzmán Ladrón de Guevara y José Casafranca Noriega (1964)

Publicado: 2014-12-02


La historiografía de la arqueología peruana resulta un apasionado y progresivo constructo de metodología, teoría y demasiada empírea. En ese sentido revisar las propuestas de Max Uhle o Julio C. Tello demanda una delicada contextualización y compresión de las coyunturas político sociales en que desarrollaron sus investigaciones, tal es el caso de las críticas que se les hace a Uhle y Tello respecto al aprovechamiento de la huaquería o sus métodos de excavación y procesamiento de información –toda generación posterior criticará a sus antecesores, de cualquier forma ¿qué hubieran hecho en el lugar de ellos?-, pero es innegable el hecho de su vocación y arduo trabajo. 

Lo que no suele observarse es lo que sucede tras bambalinas para la ejecución de proyectos arqueológicos y la evolución de las políticas públicas en materia de arqueología, sobre todo en 1964, con la reciente Casa de la Cultura y su naciente Departamento de Arqueología que en efecto fue legado de Julio C. Tello para con sus alumnos.

Es interesante encontrar fuentes que traten de hilar un momento de huaquería y luego una intervención arqueológica, que se complementen que a groso modo resulte una suerte de historia de rescate arqueológico, donde concursaron los hacendados financiando la investigación y las autoridades estatales de Arqueología con sus respectivos permisos, resoluciones y equipo de arqueólogos. Esto sucedió en la Hacienda Pabur (Piura) de Aurelio Seminario, en el sector de Vicus y Yécala o también llamado El Ovejero, del 26 de abril al 5 de mayo de 1963 (Pp. 6) .

El informe aborda varios aspectos, como del clima social y las costumbres vinculadas al agro, fiestas, comida, bebidas y a la huaquería y tráfico de piezas desde Piura, vía Lambayeq ue a Lima.

Los resultados refieren a todo lo encontrado, naturalmente por demandas de tiempo y gastos, pero no existe descripción alguna de como excavaron, salvo el comentario de que era necesario bajar por medio de sogas a las unidades de excavación, aunque señalan que existen diarios de campo con mayores detalles (Pp. 17) , otro sí, se comenta el feedback que se hacía en función a lo encontrado con las colecciones privadas del señor Seminario, a pesar de su extremo recelo para con los arqueólogos y sobre todo para con Mejía Xesspe, se describen estilos y formas Vicus, Moche y Tallan (ver fotos).

Las conclusiones, ironías de la historia, no distarían mucho de la realidad actual respecto a la carestía de la vida en el campo, el valor y tradición de la huaquería y cierto grado de rechazo a la arqueología y sus leyes. Se comentan dibujos, cortes, perfiles, fases y estratigrafía, solo hay un gráfico de corte estratigráfico vertical, no obstante, se acompañan fotos de los sectores antes de ser intervenidos, excavaciones de algunas tumbas, curvas de nivel y un boceto del sistema de huaquería.

Sin lugar a dudas, Carlos Guzmán Ladrón de Guevara y José Casafranca Noriega en 1964 se la jugaron por la gestión de un valioso rescate Vicus y por la historia de la arqueología dichos diarios de campo deben salir a la luz.


Escrito por

Hernán Hurtado

Arqueólogo y militante de izquierda democrática


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